viernes, 29 de mayo de 2015

Einstein tenía razón


Sí, lo sé, cuando Einstein enunció aquello de que el tiempo es relativo no se refería exactamente a esto, pero no se me ocurre mejor manera de definirlo.

Como muy bien habréis experimentado vosotros mismos infinidad de veces a lo largo de vuestras vidas, hay momentos, circunstancias, instantes, e incluso personas, que hacen que la percepción que tenemos del tiempo se altere continuamente. Y aquí es donde quedaría de perlas una cita de Punset hablando sobre la química del cerebro.

Hoy mismo, 29 de mayo de 2015, rememorando todo lo que me ha ocurrido, todo lo que he vivido, todo lo que he sufrido, todo lo que he sentido y las personas con las que lo he vivido, sufrido y sentido durante los últimos poco más de 9 meses (madre mía, cualquiera diría que estoy hablando de un embarazo...), tengo la sensación de que mi reloj interno está completamente loco.

Quizás se deba, no lo descarto, a mis "Siete años en el Tíbet" previos, cargados de monotonía y, por qué no decirlo, hasta de cierta resignación digna de todo un ermitaño, y que la avalancha de sucesos, alegrías, decepciones y sentimientos de estos meses me han descolocado por falta de costumbre.

Supongo que, en definitiva, o por lo menos en mi caso, esa percepción alterada del tiempo es un síntoma más de estar y sentirse vivo. Semanas que se hacen eternas plagadas de horas y días que pasan como si fueran minutos y de momentos y conversaciones en los que parece que el tiempo y el resto del mundo han dejado de existir. Momentos que parecen no querer llegar nunca y que poco después de suceder parecen ser parte de un pasado lejano.

Como si mi reloj interno, en vez de tres, tuviera una docena de manecillas funcionando a distintas velocidades...

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