miércoles, 20 de mayo de 2015

¿Soy un político atípico?


Ayer participé en un debate-charla-coloquio en el que se suponía que los candidatos a la Alcaldía de Ortuella íbamos a presentar a los vecinos de uno de nuestros barrios (algunos de estos vecinos prefieren que se le llame pueblo) nuestras propuestas para dicho pueblo-barrio (espero que me perdonen el atrevimiento de llamarlo así), y yo, quizás por mi inexperiencia en estas lides, cometí la ingenuidad de preparar el debate pensando exclusivamente en la necesidad de argumentar y defender dichas propuestas.

En éstas estábamos cuando resulta que, una vez empezado el acto, me vi teniendo que ser el cuarto en el turno de palabra en una exposición de generalidades y banalidades dignas de un debate televisivo que nada tenían que ver con las propuestas concretas que yo pensaba que se iban a debatir.

Para colmo, tuve que soportar (creo que dignamente, dicho sea de paso) el últimamente tan manido y típico tópico sobre los políticos de los partidos tradicionales.

Allí estaba yo, ante semejantes alardes de retórica y de capacidad dialéctica, y sin que se mencionara ninguna propuesta concreta para el pueblo-barrio en cuestión, hasta que, pasadas más de dos horas, uno de los vecinos, muy sabiamente, nos lo echó en cara tanto al moderador como a los cinco candidatos que estábamos allí presentes.

Y durante esas más de dos horas no podía dejar de pensar en qué demonios hacía allí sentado. Yo, el candidato del partido supuestamente más "tradicional" de los cinco allí representados (digo lo de más tradicional porque la agrupación socialista de Ortuella se fundó hace 128 años) y, sin embargo, aparentemente era el único incapaz de semejantes devaneos filosóficos que, en mi opinión, aunque para mentes eruditas en esto de la política podrían llegar a ser intelectualmente gratificantes y satisfactorios, poco tienen que ver con ese cambio en la forma de hacer política, totalmente necesario y tan demandado, y tan pregonado por parte de los que dicen no ser políticos pero que no lo demuestran cuando sueltan su discurso, sobre todo en la política más próxima y cercana de todas, la municipal, la de la propuesta y la respuesta inmediata, tan tristemente plagada del moderno marketing y del rancio besamanos.

Pero bueno, como en otras muchas ocasiones, no descarto ser yo el que se equivoca, o simplemente soy un atípico en esto de la política...

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