viernes, 22 de mayo de 2015

Sí, soy un torpe del marketing


Hoy termina la campaña electoral y sí, lo reconozco, soy bastante torpe en esto del marketing político. Quizá debería fijarme más en aquellos a los que sólo les falta publicar fotos hasta de cuando van al cuarto de baño.

Pues eso, dos semanas de puerta a puerta, subiendo y bajando escaleras (para lo que me han venido de perlas estas semanas subiendo al monte), tocando timbres para entregar en mano nuestras principales propuestas programáticas, toda una gratificante experiencia de proximidad con mis vecinas y vecinos, y resulta que ni se me ha ocurrido pedir a mis compañeros que me sacaran una simple foto para publicarla.

Tampoco estoy diciendo que me arrepienta de no haber podido publicar una bucólica estampa, bandolera en ristre, con la propaganda y con pose extremadamente natural al dejarla en los buzones (seguro que más de uno entiende el sarcasmo), ni mucho menos una tierna foto besando a un bebé.

Ni siquiera se me ha ocurrido publicar una foto paseando con mi venerable abuela, algo que, por otro lado sí ha tenido el detalle de hacer en uno de sus vídeos una de las candidaturas que se presenta en Ortuella (sí, lo digo completamente en serio, una de las ancianitas que se ven paseando por la plaza del Ayuntamiento, la del jersey blanco y chaqueta en el brazo, es mi abuela).

Pero qué menos que, al menos, haber publicado un falso robado llamando a un portero automático o conversando con alguno de los numerosos vecinos que han tenido a bien charlar con nosotros en su puerta.

Lo dicho, soy un torpe del marketing político. Me temo que, a diferencia de algunos, nunca podré llegar a ser un buen vende-humos...

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