Esta misma mañana, a eso de las 10, he bajado del monte por un camino pedregoso mientras enviaba correos electrónicos y respondía a unos cuantos whatsapps (todos por obligación del cargo y ninguno personal) y no me he tropezado ni una sola vez.
Sin embargo, esta tarde a eso de las 8, en mitad de una reunión, casi me abro la cabeza contra la mesa al agacharme a recoger una simple goma elástica.
En apenas un mes: cuatro puntos en el pómulo, una semana con conjuntivitis, una pequeña brecha en la frente, además de lo que no puedo ni debo contar por aquí... A ver cómo llego al día 24.
Hay momentos en los que de verdad esperas que el universo busque el equilibrio...
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