Desde luego, no hay nada como una buena primavera pre-electoral. Y no, evidentemente no me refiero al sol de estos días, sino al milagroso efecto que parece haber tenido sobre las calles de nuestro Pueblo el más de mes y medio de lluvias con el que se despidió el invierno. Por doquier aparecen nuevos bancos como champiñones, cada vez son más los jardines que presentan un aspecto como el que no han tenido en los últimos cuatro años y uno acaba perdiendo la cuenta de cuántas son las pequeñas obras y reformas, olvidadas durante años, y que animan el día a día de nuestras vecinas y vecinos.
Porque, como ya he comentado alguna otra vez, hay momentos de una legislatura municipal en los que, pensando en el rédito electoral, no hay obra pequeña, pero desde luego sí existen obras demasiado grandes. Y si no entendéis a qué me refiero, podéis preguntar a los vecinos de Mendialde qué fue de la reforma del acceso al barrio desde la N-634, que tanto se les vendió el año pasado, y cuyas obras nunca comenzaron, porque, sin duda, alguien en el Batzoki hizo cuentas y temió cuál podría ser el resultado del malestar provocado a los vecinos al tener esos accesos levantados en fechas tan próximas a las elecciones.
Porque, como ya he comentado alguna otra vez, hay momentos de una legislatura municipal en los que, pensando en el rédito electoral, no hay obra pequeña, pero desde luego sí existen obras demasiado grandes. Y si no entendéis a qué me refiero, podéis preguntar a los vecinos de Mendialde qué fue de la reforma del acceso al barrio desde la N-634, que tanto se les vendió el año pasado, y cuyas obras nunca comenzaron, porque, sin duda, alguien en el Batzoki hizo cuentas y temió cuál podría ser el resultado del malestar provocado a los vecinos al tener esos accesos levantados en fechas tan próximas a las elecciones.
Y por supuesto, en esta maravillosa primavera tampoco faltan las avecillas (por no llamarlas de una manera más peyorativa, no vaya a ser que se den por aludidas y se ofendan) que no dudan, además sin ningún tipo de rubor, en colgarse medallas propias, y sobre todo ajenas, cuando hablan de todas esas obras y reformas.
Pero, aunque lo parezca, esta entrada no pretendía ser ninguna alegoría sobre la primavera, sino una explicación sobre lo ocurrido en el pleno extraordinario celebrado este lunes 20 de abril. En el que el Señor Alcalde nos presentó un paquete de modificaciones presupuestarias para comprometer casi todo el dinero que le "sobró" de 2014, haciendo caso omiso al consejo que yo mismo le di en el pleno anterior, cuando le recomendé que no cayera en la tentación de hacer precisamente lo que ha acabado haciendo, que tuviera el suficiente respeto a la institución que gestiona, nuestro Ayuntamiento, que dejase que fuera el Equipo de Gobierno resultante de las próximas elecciones de mayo el que decidiese a qué dedicar ese dinero y que no jugase con el dinero del Pueblo de Ortuella para hacer su campaña electoral.
No voy a hacer demasiado hincapié en el hecho de que la forma y los plazos en los que se convocó el pleno del lunes no permitió que varios concejales de la oposición pudieran pedir permiso para ausentarse de sus respectivos puestos de trabajo con el tiempo suficiente para que alguien les sustituyera, por lo que les fue imposible asistir al pleno, con lo que el PNV pudo contar con la mayoría suficiente para sacar adelante las modificaciones presupuestarias de las que os hablo.
Dejando ese dato a un lado, sí que creo que es de gran importancia remarcar que, de los casi 740.000 € que sumaban todas las modificaciones del paquete presentado por el PNV, tan sólo 25.000 € están destinados a políticas sociales aprobadas previamente, y por unanimidad, en el pleno, por lo que era su obligación presentarlas.
Sin embargo, el resto, casi 715.000 €, están vinculados a varias obras, algunas de las cuales ni siquiera han pasado por comisión para que puedan ser debatidas, y que, por supuesto, ni siquiera podrán ser iniciadas antes de las elecciones municipales, por falta de tiempo para cumplir los plazos de licitación y contratación, y en caso de que, en un futuro cercano, se llevasen a cabo, sería el próximo Equipo de Gobierno el responsable de hacerlo, si es que las considera prioritarias respecto a otras necesidades sociales, de las cuales, coincidiréis conmigo, no hay pocas en Ortuella.
Dicho esto, resulta evidente que el único objetivo de esas modificaciones presupuestarias es el de decorar el programa electoral del PNV, cual frondosas flores como las que, sin duda, seguirán resurgiendo en las múltiples jardineras de nuestro Pueblo a lo largo de esta primavera pre-electoral.
Como anécdota de cómo se desarrolló el pleno del lunes, el Señor Alcalde, previendo que desde la oposición criticaríamos estas modificaciones presupuestarias, llevaba preparado el dato de que en 2003, en vísperas de las elecciones municipales de ese año, el Partido Socialista de Ortuella hizo algo parecido. A lo que la respuesta es más que evidente. Primero, y permitidme el sarcasmo, en aquella época mi abuela fumaba, y en el Grupo Municipal Socialista no hay ya ni una sola persona que tuviera responsabilidad alguna en aquella época, y ni siquiera la hay en el Comité Local del Partido Socialista de Ortuella, cosa que no estoy seguro de que pueda decirse del PNV.
Segundo, esas obras, a las que se refería el Señor Alcalde, fueron ferozmente criticadas por el PNV cuando estaba en la oposición, algo que nosotros no hacemos respecto a las que ahora nos presentan, salvo la de la rampa de acceso a la plaza de Los Arcos, presupuestada en casi 100.000€, para la que, tal y como se ha proyectado, será imposible pedir las subvenciones que da el Gobierno Vasco para la eliminación de barreras arquitectónicas.
Como os digo, aquellas obras fueron siempre criticadas por el PNV, y sin embargo las ejecutaron en cuanto llegaron al Gobierno Municipal y ahora decoran los Batzokis de Ortuella en carteles en los que presumen de cómo ha cambiado Ortuella entre el 2003 y el 2015.
Es evidente que la primavera la sangre altera, y si esa primavera es pre-electoral incluso hace que algunos se olviden de ese talante dialogador y de consenso del que tanto han presumido durante los últimos dos años...
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