Supongo que mi sorpresa se debe a que, en definitiva, soy de pueblo, para bien y para mal, con sus ventajas y desventajas. Y orgulloso me siento de serlo.
Y eso que he estudiado, durante más años de los que me gustaría reconocer, y he vivido 5 años en una de las capitales pijas por excelencia, Donostia, o Donosti como ellos dicen y que, a mi pesar, yo también digo demasiadas veces.
A estas alturas ya estaréis pensando "ya está éste con una de sus pedantes introducciones", pero la he creído necesaria para que entendáis lo que pienso.
Resulta que, cuando me cobran en Barakaldo 1,45€ por un café sólo con hielo, eso sí, hecho con batidora y todo, de manera que he acabado bebiendo un gran vaso de espuma, y veo que la terraza del bar está llena, es cuando me pregunto "a ver si Mariano va a tener razón y ni yo ni mi bolsillo nos hemos enterado..."
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