La verdad es que nunca me he sentido demasiado cómodo en las típicas batallas de gallitos a las que se supone que somos tan dados los miembros del género masculino humano, quién sabe si por una timidez no pocas veces excesiva o por ciertos complejos espero que injustificados.
Sin embargo, en estos últimos cuatro años de mi vida en primera línea de la política municipal me he visto inmerso en numerosas batallas que podrían considerarse similares a esas batallas de gallitos, y la última tuvo lugar en el pleno de ayer, en el que tuvimos que escuchar, entre otras cosas, cómo el Señor Alcalde presumía de haber conseguido el "no más rotundo" que el Ayuntamiento y el Pueblo de Ortuella habían logrado nunca con respecto a la puesta en funcionamiento del túnel del Serantes.
Se permitió hacer esa afirmación sin haber obtenido, de momento, ningún compromiso por escrito y bastándole la palabra de su interlocutor en la reunión que mantuvo en Madrid junto con el Alcalde de Trapagaran.
Fue entonces cuando tuve que recordarle que, en la legislatura pasada, hubo una reunión similar, a la que, por cierto, asistió también el por entonces portavoz socialista en Ortuella, Dani Arranz. Hago esta puntualización porque a la reunión del pasado miércoles no se nos invitó a asistir ni al resto de grupos municipales ni a los representantes de la plataforma Meatza, cuya asistencia podría haber dado una imagen mucho más fiel del frente común que formamos vecinos y organizaciones políticas respecto a este asunto. Pero seguramente, de haber asistido todos, la presencia de ambos Alcaldes habría quedado mucho más diluida en las fotografías publicadas en prensa y redes sociales.
Pero a lo que iba. En aquella reunión de la legislatura pasada, cuando era el PSOE el que gobernaba en Madrid, se logró que, una vez terminadas las obras del túnel, se tapiara la boca de salida en Ortuella, tal y como permanece aún hoy en día:
¿En serio para el Señor Alcalde un "no" sin nada escrito es "más rotundo" que una pared de bloques de hormigón?
Por desgracia, uno acaba con la sensación de que hay veces en las que parece necesario ir a ciertas reuniones con la cinta métrica, por si acaso...
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