Aquí están, algunas fotos del fin de semana que he pasado en Benasque. Mientras hacía la selección, e iba pensando en qué escribir para acompañarlas, me he dado cuenta de que esto de la montaña me está volviendo quizás demasiado místico, por no decir pedante. Puede que sea por falta de oxígeno en los sobreesfuerzos, pero, ¿qué se le va a hacer?, si seguís leyendo estas líneas ya no será sólo culpa mía, estáis advertidos...
Al final no pudo ser. Se impuso la cordura y la prudencia, y finalmente hicimos bien en no intentar subir el Aneto. Sin embargo, la sensación no es en absoluto de derrota. Al contrario. Este fin de semana lo he vivido como una metáfora de lo que está siendo mi 2015.
Rodeado de la inmensidad de los Pirineos, sintiéndome infinitamente diminuto, no podía dejar de pensar en que el Aneto no es la primera cumbre que se me resiste este año, ni será la última, estoy convencido.
En esto del montañismo se suele decir que cuando un monte se te resiste lo mejor es retirarte y dejarlo para otra ocasión, que el monte seguirá ahí para la próxima vez que quieras y puedas intentarlo.
Sin embargo, hay cimas en la vida que quizás no convenga empeñarse en intentarlas una y otra vez, cimas que incluso es posible que acabes mirando desde otras aun más altas, otras que todavía no has descubierto o en las que no has reparado.
Os lo dije, deberíais haber pasado a mirar directamente las fotos sin tener que aguantar otra de mis idas de olla.
Os lo dije, deberíais haber pasado a mirar directamente las fotos sin tener que aguantar otra de mis idas de olla.
Primer impacto el viernes. A mi humilde manera, creo que pude entender lo que sintió Stendhal abrumado por la belleza, en su caso la de Florencia, en el mio, contemplando el valle en el que se encuentra el Hospital de Benasque:
El sábado continúa el shock al ver amanecer en el camping:
Hicimos el Tuca Dalliu, 2.531m, con unas vistas impresionantes y disfrutando del silencio roto por los gritos de llamada de multitud de marmotas que "competíamos" por descubrir camufladas entre las rocas. Pero, lo más importante, sin duda alguna, los compañeros de viaje:
Las fotos del "descanso del guerrero" del sábado creo que, por respeto a mis compañeros de viaje, es mejor que no salgan del cajón bajo llave en el que están guardadas.
Y el domingo, después del café para entrar en calor en el Hospital de Benasque, las Gorgas de Alba, la última sobredosis de belleza, esta vez semiescondida en el parque natural de Posets-Maladeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario