domingo, 3 de enero de 2016

¿Seguro que ya se ha ido?

Llevo unos días casi atrincherado, saliendo de casa apenas lo justo para ir a cenar y comer con la familia sólo los días que marcan estas fiestas. ¿La razón? El miedo a que el 2015, en sus últimos estertores, me tuviera guardado un último as en la manga, y por eso no me he atrevido a despedirlo con estas líneas hasta estar completamente seguro de que ya estaba a salvo.

Creo que ya he escrito varias veces que el 2015 ha representado el final de mis personales "Siete años en el Tíbet". Mis más íntimos sabéis de lo metafórico de la localización y de la literalidad de la cifra.

Y como suele pasar cuando uno "despierta", el tortazo emocional suele ser intenso, y más intenso aún cuando, más que un tortazo, lo que recibes es una somanta de palos.

Pues eso ha sido mi 2015. Muchos aciertos, pero también errores, algunos de ellos reiterados, de los que quizás debería arrepentirme pero que, si soy sincero conmigo mismo, estoy seguro que volvería a repetir, y gracias a los cuales he logrado conocerme más a mí mismo.

Y como estoy seguro de que habrá quien leyendo esto creerá que estoy hablando de política y también habrá quien interpretará que estoy hablando de alguna persona en concreto, tan sólo decirles que quizás ambas interpretaciones sean ciertas, o quizás ninguna de las dos.

Eso sí, en un puro alarde de masoquismo, espero que el 2016 me siga haciendo sentir tan vivo, creo que estoy preparado...

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